sábado, 11 de enero de 2014

escudo

Tlaxcala

Significado de Tlaxcala


El punto final de la peregrinación tlaxcalteca fue la sierra de Tepeticpac y el sitio escogido para la fundación del señorío se llamó Texcallac, que en opinión de Don Diego Muñoz Camargo significa "despeñadero", describiendo de esta manera el lugar al que los había conducido el dios Camaxtli. Por corrupción fonética, Texcallac fue cambiado a Tlaxcalla, lo que modificó su significado de "despeñadero" a "lugar de tortillas", pues en opinión de los lingüistas, la palabra Tlaxcala proviene del náhuatl "tlaxcalli" que quiere decir tortilla, pero que al modificar la terminación "lli" por "lla", el sustantivo pasa de singular a plural, significando lugar de tortillas. Incluso, el glifo que simboliza la palabra Tlaxcala, consiste en dos cerros de los que emergen dos manos haciendo una tortilla.
escudos


Significado del escudo 

El escudo de Tlaxcala data del 22 de abril de 1535, en la ciudad de Madrid,España, siendo expedido por el emperador Carlos V, su descripción es la siguiente:
El regio escudo que Carlos V y su señora madre, la reina doña Juana otorgó a la ciudad de Tlaxcala, está realizado en un fondo rojo del que resalta un castillo de oro con puertas y ventanas azules de tres torres, destacando en la intermedia un pabellón con un águila rampante que señorea sobre un campo color oro. En los extremos laterales sobresale una palmera verde; en el borde superior se encuentran las letras “I”, “K” y “F”. Las dos primeras corresponden a las iniciales de la pareja real Isabel de Portugal y Carlos V, mientras que la tercera alude al infante Felipe, heredero del trono. Entre los espacios de las iniciales destacan las dos coronas reales que corresponden a los monarcas citados. En el borde inferior se observa en el centro dos huesos amarillos cruzados a manera de aspas, y en los extremos dos calaveras, los ramos de palma verde simbolizan la gloria y grandeza de España, y grandeza y gloria de Tlaxcala.1
Las letras provienen de las iniciales de los reyes de la corona española.
La letra I proviene del nombre en latín de la reina Doña Juana I de Catilla quien también paso a la historia como Juana “La loca”, madre de Carlos V quien fuera el rey de España durante el periodo de 1500 a 1558, periodo en el cual se realizo la conquista de México.

La letra K proviene de la inicial del Rey Carlos I (V) de España.

La letra F proviene de la inicial del Rey Felipe II hijo de Carlos V y quien fue la misma persona que otorgo el título de “Muy noble y muy leal” a la ciudad de Tlaxcala.

Las dos coronas representan la autoridad y la nobleza real, cabe destacar que es el único escudo de armas de los 32 estados con dos coronas.

La bandera es un símbolo, el águila es la reina de las aves donde el color negro es de origen Germánico haciendo alusión al Sacro Impero Romano Germánico.

Las Palmas de origen griego (palamé) simbolizan el triunfo y la gloria donde el color verde simboliza la Fe, la Amistad y la Libertad.

El campo de Gules. Se cree que su nombre viene del francés “gueules”, que significa “fauces”, por su similitud con el color rojo del interior de la boca de los animales, representa el Valor, El Fuego de la Sangre, del Martiri y de la Guerra, también la Victoria, la fuerza, la Caridad y el Amor.

El Castillo Representa la fortaleza y el poder, el oro la grandeza y sabiduría.
 Las Puertas y ventanas representan con el color azul la profundidad del Cielo.
La muerte simboliza; unidos más allá de la muerte, eternamente.

Reseña historica

Época Prehispánica

Durante el largo periodo prehispánico, no existieron asentamientos humanos en el sitio que actualmente ocupa la ciudad de Tlaxcala. Sin embargo, la historia de la ciudad y del municipio de Tlaxcala, no pueden entenderse sin recordar la historia de los cuatro señoríos prehispánicos de Tepeticpac, Ocotelulco, Tizatlán y Quiahuiztlán, cuyos pobladores concurrieron a la fundación de la capital de Tlaxcala en el siglo XVI. Estos cuatro señoríos conformaron lo que en el siglo XVI se conoció como la República de Tlaxcala. Cada señorío era autónomo en materia de gobierno interior, pero en asuntos de defensa de la independencia frente a otras etnias expansionistas como los aztecas, o de enemigos más cercanos como los señoríos de Cholula o Huexotzingo, se reunían los cuatro senadores, quienes depositaban en uno de ellos el mando de los ejércitos, quedando federados y cohesionados en una sola nacionalidad.
Entre los siglos XIV y XV, Tlaxcala se distingue entre las culturas más importantes de Mesoamérica. Vive una etapa de bonanza, gracias al comercio con los pueblos de la costa del Golfo de México y del Océano Pacífico, así como con Centroamérica. A través de este comercio los tlaxcaltecas obtenían cacao, cera, textiles, pigmentos, oro y piedras preciosas, pieles finas, plumas de aves exóticas, sal, etc.
Simultáneamente al esplendor de Tlaxcala, los tenochcas realizaban una serie de conquistas convirtiendo a muchos pueblos en tributarios, quedando Tlaxcala y otros cuantos señoríos fuera del control político de México-Tenochtitlán. La integración de la Triple Alianza entre Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan en 1455, da origen a las llamadas "guerras floridas", con el propósito religioso de obtener prisioneros y sacrificarlos a sus dioses. Los enemigos seleccionados para estas justas bélicas fueron Huejotzingo, Cholula y Tlaxcala. Con las guerras floridas también comenzó una hostilidad hacia los comerciantes de Tlaxcala, quienes ya no pudieron transitar por las rutas comerciales, al ser maltratados por los tenochcas, para después despojarlos de los bienes que comerciaban. La ciudad de Tenochtitlán la gobernaba en esa época Moctezuma Ilhuicamina.
Tlaxcala y Tenochtitlán surgieron en el mundo indígena con dos concepciones políticas diferentes, las cuales chocarían inevitablemente. Tlaxcala desarrolló un sistema de ciudades-estados que conformaron una República, mientras que México-Tenochtitlán se convirtió en imperio. El mito de Quetzacoatl fue común a los pueblos de origen náhuatl, entre ellos los tlaxcaltecas.
Cortés penetró al territorio de Tlaxcala por la cañada que hoy se conoce como La Mancera. En Tecoantzinco tuvieron su primer enfrentamiento los españoles con las huestes del señor de Tecoac. El 2 de septiembre de 1519, Xicohténcatl enfrentó a Cortés en el desfiladero de Tecoantzinco, con resultados adversos. Al día siguiente combatió en los llanos del mismo lugar, sin que viesen coronados sus esfuerzos las armas tlaxcaltecas. La deserción de las divisiones de Ocotelulco y las de Tepeticpac, por las intrigas de Maxixcatzin, disminuyó las fuerzas del Xicohténcatl quién, pensando que los hombres rubios ganaban con el apoyo del sol, intentó vencerlos en una justa nocturna, que también le fue adversa. El Senado, al conocer esta última derrota, optó por ofrecer la paz a Cortés ordenando a Xicohténcatl Axayacatzin suspender las hostilidades.
representación del hombre jaguar
La paz se hizo en el cerro de Tzompantepec el 7 de septiembre de 1519, concertada en términos de una alianza amistosa entre dos naciones. Si bien los tlaxcaltecas aceptaron el reconocimiento de vasallaje respecto de Carlos V, soberano de España, Cortés les ofreció participación en la dominación de Tenochtitlán, además de respetar la autonomía y las formas de gobierno propios de la República. A cambio, los tlaxcaltecas adoptarían la religión católica como única y verdadera, y ayudarían en la conquista y pacificación.

Las ventajas de la alianza hispano-tlaxcalteca pronto se dejó sentir con la matanza de la nobleza de Cholula, donde el pillaje dotó a los tlaxcaltecas, aparte de la esperada venganza, de sal, oro, algodón, etc., artículos de los que habían sido privados por el bloqueo. Los aztecas también trataron de atraerse a los tlaxcaltecas para que juntos derrotaran y expulsaran a los españoles. Ante esas propuestas, Cortés ofreció a los señores de Tlaxcala parte de los territorios por conquistar. La larga enemistad entre naciones indígenas, que no entre dos pueblos de la misma nacionalidad, fue factor decisivo para que los señores de Tlaxcala mantuvieran la alianza con los españoles. El 13 de agosto de 1521 cayó la gran Tenochtitlán en manos de los españoles. Las nuevas conquistas y descubrimientos que emprendió Cortés contaron con la ayuda de sus aliados tlaxcaltecas, quienes desde la pequeña República se diseminaron por todo el país y Centroamérica.

Los monumentos que han llegado hasta nuestros días parecerían indicar que los tlaxcaltecas no fueron grandes arquitectos. Sin embargo, debe considerarse que muchas de sus edificaciones fueron destruidas y sus materiales usados para las construcciones civiles y religiosas de la colonia. Las ruinas de lo que fueron los altares de Tizatlán, nos muestran una técnica avanzada y un manejo de los colores.
Hernán Cortés, en sus Cartas de Relación, como otros narradores de la época, llamaron indistintamente ciudad o República a las cuatro cabeceras de la federación tlaxcalteca. Con relación a la ciudad de Tlaxcala, el extremeño escribió que: "era tan grande y de tanta admiración, que era mayor que Granada, y mucho más fuerte, de mayores edificios y de mayor población que aquella al tiempo que se ganó y muy abastecidas de maíz, aves, caza, pescado de los ríos y otras cazas buenas de mantenimiento".

Tizatlán conjuntamente con Tepeticpac, Ocotelulco y Quiahuixtlán conformaron la República de Tlaxcala, pero no contaban con una capital en la que se asentara el senado de los cuatro señoríos. La fundación de la ciudad obedeció a la necesidad de los españoles de consolidar su alianza con los cuatro señoríos, dándole unidad a los mismos, mediante la congregación de los principales y sus vasallos, pues de esta manera se introducían las instituciones religiosas, de gobierno y de organización social de los dominadores, para desplazar paulatinamente las correspondientes a los indígenas. La traza de la ciudad, en su concepto, estuvo muy bien repartida, habiendo dejado los espacios adecuados para plazas y calles "por gran nivel y geometría", en la que mucho tuvieron que ver los religiosos de la orden de San Francisco, siendo virrey de la Nueva España Antonio de Mendoza. Agrega que la fundación de la ciudad ocurrió en una primavera, más o menos cuarenta y cinco años antes de la fecha en la que estaba redactando la relación geográfica del siglo XVI . De lo anterior se deduce que probablemente la ciudad de Tlaxcala fue fundada en la primavera de 1522.
murales del palacio de gobierno
La Colonia.- La ciudad, muestra el orgullo de ser tlaxcalteca, así como la identidad que el nuevo centro daba a sus pobladores ... "en esta ciudad y llano ... hay una plaza muy principal, cuadrada y muy graciosa ... y en torno de ella muy grandes y hermosos portales de postes de madera muy gruesos, que proceden y asientan en una base de piedras, muy bien labradas ... debajo de los portales se encuentran las tiendas que tienen alquiladas los españoles ... y al final de ellos, comienza el lienzo de casas", destacando entre éstas, el mesón que atendía al turismo de la época: caminantes y forasteros. Adelante del mesón se encontraba "la cárcel pública" de la ciudad ... "obra muy fuerte y con todos los cumplimientos necesarios y convenientes"... Descripción especial le merecen "las casas reales" ... "que hizo el común para ... aposentar a los virreyes y oidores, obispos y otras personas"; se ocupa después de la fuente de agua de ocho columnas, de las que emergen "ocho caños de muy buena agua, continuamente llena del vital líquido donde la gente coge agua para servicio de esta ciudad"; pasa después a describir la picota para la ejecución de la justicia que se encuentra en la plaza.

La plaza servía de tianguis, pues ahí se trasladó el mercado de Ocotelulco por instrucciones del virrey Antonio de Mendoza. El mercado tenía una periodicidad sabatina, y su importancia podía medirse por un solo producto: la grana cochinilla, insecto del que se extrae el tinte para colorear textiles, cuyo comercio alcanzaba la cifra de 200 mil reales anuales; además, se comercializaban cacao, lana, sal, ropa de algodón, gallinas de castilla, patos, liebres, conejos, legumbres, semillas, loza, madera, vigas para casa, tablas, joyeros de oro y plata, mercería, etc. La plaza principal y la vida económica de la ciudad, Diego de Muñoz Camargo traslada su relato a "la plaza de la iglesia". Esta tampoco escapó a la vida comercial, pues en los propios portales se encontraban los españoles que compraban "la grana" a indios, mestizos, negros y mulatos. Las balanzas con sus pesas y "pesos", constituían el mostrador donde regateaban vendedores y compradores. Se admira el historiador, "de la sutileza y maña" de los naturales, quienes no se dejan engañar de los tratantes españoles.

Una vez consolidada la ocupación de la Nueva España, la Colonia fue dividida territorialmente en cinco provincias mayores, siendo una de ellas la de Tlaxcala. La provincia era gobernada por un alcalde mayor, del que dependían los cuatro senadores de Tlaxcala.
Tlaxcala fue la provincia de la Nueva España en la que se dieron menos mercedes. El Cabildo indígena de Tlaxcala se inconformó por la violación de la promesa y en 1552 envío una embajada a Madrid, España, para entrevistarse con el monarca y recordarle los servicios que la provincia había prestado a la Corona española. La embajada llevaba un documento que posteriormente sería conocido como "El Lienzo de Tlaxcala".
El documento, aparte de su valor artístico e histórico, recordaba, mediante escenas de la conquista, los servicios que los principales y guerreros tlaxcaltecas habían prestado a la Corona, la cual estaba obligada a respetar las promesas, derivadas de tales hechos históricos. Otra embajada fue enviada a España en 1562, exponiendo al monarca la inconformidad del Cabildo indígena, porque no habían sido canceladas las mercedes y, además, por la aparición de estancias que perjudicaban las sementeras de los indígenas.

Felipe II no mostró disposición alguna para cancelar las mercedes que demandaba el Cabildo indígena y tampoco para respetar la promesa de su padre Carlos V. Ello no significó que sólo por ese medio los españoles se apropiaran de tierras en Tlaxcala, también fue la disminución poblacional que padeció la provincia, lo que permitió la apropiación de terrenos por los españoles, vía la conformación y ulterior desarrollo de un mercado de bienes raíces.
Este éxodo obligó a congregar varias comunidades, perdiendo sus tierras los que tuvieron que cambiar de residencia. Aunque el Cabildo indígena trató de protegerlas, se generó un mercado de bienes raíces propicio para la penetración de los españoles. Estos compraron, alquilaron o simplemente se apropiaron de predios. Otros, más habilidosos, se casaron con nobles indígenas y heredaron a sus hijos las propiedades, más tarde convertidas en ranchos.
En el caso de los terrazgueros, indígenas carentes de tierras, el Cabildo los dotó de parcelas pero evitó que fueron convertidos en tributarios de la real hacienda, como era la disposición en toda la Nueva España. De esa manera también protegía sus intereses, beneficiando a la nobleza tlaxcalteca, quien se veía fortalecida con nuevos tributarios de las casas señoriales. A las cargas anteriores, se sumó la voracidad del clero español que crecientemente aumentó gravámenes, a través de mandas y mayordomías, que terminaban traduciéndose en la confiscación de las propiedades territoriales de los indios, pasando dichas tierras a manos de los españoles que las transformaban en haciendas. Entre los gravámenes más onerosos se recuerda la contribución de Tlaxcala para la recepción del Virrey que, procedente de España, iba de paso a la ciudad de México, y cuyo costo alcanzaba la cifra de 14 000 reales.

Afortunadamente no todo fueron problemas para la población de Tlaxcala durante la Colonia. La presencia de los franciscanos atemperó las dificultades propias de la época e impulsó la evangelización y la cultura, con esclarecidos varones como Fray Toribio de Benavente, mejor conocido como Motolinía, Fray Jerónimo de Mendieta y Fray Diego de Valadés, quienes enseñaron a la infancia y a la juventud de Tlaxcala en el viejo convento de San Francisco.
Siglo XIX

La Independencia.- Ante la debilidad de la monarquía española para enfrentar la ocupación napoleónica, la Junta Central Gubernativa convocó a las provincias americanas a elegir diputados que las representaran en las Cortes de Cádiz. La Constitución de Cádiz consignaba en su capitulado referente al municipio, que deberían convocarse a elecciones aquellas poblaciones que los habían tenido y con base en un determinado número de habitantes. Fieles a su firme tradición comunitaria y municipalista, los habitantes de la ciudad de Tlaxcala convocaron a elecciones y eligieron a sus autoridades, las que tomaron posesión el 1º de enero de 1813 como primer Ayuntamiento constitucional, leal al gobierno español y en rebeldía contra la invasión francesa.

Este Ayuntamiento estuvo integrado por los siguientes regidores: José Rafael Palacio, José Mariano Sandoval, Lic. José Daza y Artiazo, Andrés de Jesús, Rafael Lira Zihuacoatentli, Miguel Sandoval, Miguel V. Herrarían, Antonio Palacios, Ramón González de la Cruz y como Secretario Lic. José María Avalos.
El Ayuntamiento de Tlaxcala, conjuntamente con los de Chiautempan, Nativitas, Teolocholco, Xaltocan y Zacatelco, conminaron a sus representantes ante el Congreso, para que defendieran a Tlaxcala como un Estado Libre y Soberano dentro de la Unión. La batalla en el Congreso y en los medios periodísticos la dieron los diputados Blázquez, Romero, Amador, González de la Cruz, Reyes y Zimerman, bajo la estrategia política que diseñó Joaquín de las Piedras, Jefe Político de Tlaxcala.

La Reforma.- Los contingentes tlaxcaltecas participaron no sólo en la defensa de Puebla y en otros enfrentamientos en su territorio, sino en los estados vecinos, hasta que lograron establecer un cerco sobre la capital del estado que se encontraba ocupada por las fuerzas intervencionistas. El 1º de enero de 1867, las fuerzas republicanas recuperan la plaza de Tlaxcala, haciéndose cargo de la gubernatura y de la comandancia militar de manera interina Miguel Lira y Ortega. Después de este triunfo, los tlaxcaltecas se incorporan al Ejército de Oriente al mando de Porfirio Díaz, quien se propone tomar la ciudad de Puebla. Los primeros en escalar los edificios conventuales fueron los tlaxcaltecas, distinguiéndose el Coronel Aubery, quien arrancó del Palacio de Gobierno el pabellón imperialista. Una vez concluido el sitio de Querétaro y habiendo regresado los poderes a la ciudad de México, Tlaxcala se engalanó el 5 de julio de 1867 para recibir a los soldados tlaxcaltecas que habían participado en la Guerra de Intervención.

En 1873 hace su aparición en el escenario político un joven soldado que había participado en la guerra de intervención francesa, Próspero Cahuantzi, quien fue electo para desempeñar el cargo de regidor del Ayuntamiento de Tlaxcala.
El Porfiriato.- La administración del coronel Próspero Cahuantzi, también impulsó la obra pública, mediante la construcción de kioscos, remozamiento de plazas, apertura de calles, construcción de mercados, puentes y edificios públicos. Por ejemplo: el Ayuntamiento de Tlaxcala sustituyó el antiguo alumbrado público de petróleo con la luz incandescente, quedando mejor iluminada la Plaza de la Constitución, el mercado y parte de la avenida principal.
Por esos años, también fue remodelado el Palacio de Gobierno y, en 1906, el gobierno del estado adquirió, por la suma de dos mil pesos, el teatro Xicohténcatl, ubicado en la avenida Juárez. Pronto este inmueble fue escenario de suntuosos bailes, donde se presentaban las compañías españolas de zarzuela que de paso iban de la Habana a la ciudad de México; conciertos de música clásica, amén de la celebración de actos políticos.

Rafael Anzures, entonces presidente municipal de Tlaxcala, se dio a la tarea de construir un canal que condujera las aguas del río Zahuapan desde Apetatitlán, hasta la confluencia con el río de Los Negros, para generar energía eléctrica que se aprovechara en el alumbrado de la capital del estado. Estos esfuerzos fueron coronados el 16 de septiembre de 1910, cuando el gobernador Próspero Cahuantzi inauguró la presa construida en la granja de Apetatitlán, que alimentaba al acueducto de la planta eléctrica. En 1906, los municipios de Tlaxcala, Apizaco y Huamantla, quedaron comunicados telefónica y telegráficamente.

Siglo XX

La Revolución Mexicana.-La captura y el fusilamiento de Mora y Arenas en Calpulalpan, además de la muerte de Máximo Rojas por los rebeldes huertistas, ayudó a consolidar el poder del grupo de Ignacio Mendoza, quien sería gobernador con el apoyo de su antecesor, Rafael Apango.
En 1927, la ciudad de Tlaxcala empieza nuevamente a estabilizarse después de los hechos bélicos. Sus barrios San Buenaventura, Atempan y San Gabriel, registran una población de seis mil habitantes. Poco a poco la ciudad recobra su vida normal.
Epoca Contemporánea.- Durante la gestión de Manuel Santillán se mejoró el catastro, se amplió la educación secundaria y preparatoria y se realizó un amplio programa de obras públicas en la ciudad de Tlaxcala, dándole una dimensión urbana propia de una capital del estado. Su intento de influir en la sucesión gubernamental provocó su caída, terminando su período el Lic. Mauro Angulo (1944-1945). A este gobernador le sucedió Rafael Avila Bretón para el periodo 1951-1957. Siguieron dos períodos administrativos que cubrieron Felipe Mazarraza

Época Contemporánea

En 1927, la ciudad de Tlaxcala empieza nuevamente a estabilizarse después de los hechos bélicos. Sus barrios, San Buenaventura, Atempan y San Gabriel registran una población de seis mil habitantes. Poco a poco la ciudad recobra su vida normal. La Escuela Normal Mixta apenas contaba con 66 alumnos, cuando la planta magisterial del estado era de 216 profesores, de los cuales sólo 32 eran titulados. Justiniano Aguillón de los Ríos, se hace cargo de la Dirección General de Educación a fin de establecer la política educativa de la Revolución en Tlaxcala.

Al concluir su periodo Ignacio Mendoza en 1929, es electo como gobernador Adrián Vázquez. Este gobernador expidió el decreto No. 121 de fecha 10 de mayo de 1932, por el cual la ciudad de Tlaxcala se denominó Tlaxcala de Xicohténcatl. Como consecuencia de este decreto, se encargó al escultor Lorenzo Alvarado hacer la estatua de tan distinguido personaje para instalarla en la Plaza de la Constitución. Pese a que estos tres gobernadores no fueron connotados agraristas, la propia inercia del proceso de reforma agraria los llevó a repartir entre 1920 y 1933, 53 870 hectáreas, beneficiando a 20 900 campesinos, casi la mitad de la población económicamente activa ocupada en el campo.
Campesinos Tlaxcaltecas.
Apango, Mendoza y Vázquez no estaban convencidos del reparto agrario, porque observaron que los ingresos fiscales eran insuficientes para atender a una población que en 1940 llegaba a los 224 063 habitantes y quienes demandaban más y mejores servicios de educación, salud, transportes, agua potable y alcantarillado. La transformación de la tenencia de la tierra de pequeña propiedad en ejidal provocó la disminución de los ingresos. Por ello, se resistían a repartir las haciendas que eran productivas y pagaban impuestos. Otra fuente de ingreso provenía de las diezmadas fábricas textiles, de los molinos de nixtamal y de trigo, así como de las fábricas de vidrio, papel, loza, destilerías, etc.
Los tres gobernadores intentaron mejorar la economía local, mediante la construcción de caminos que estimularan la actividad comercial. Apango impulsó la carretera Chiautempan-Tlaxcala, mientras que Mendoza y Vázquez mejoraron varias más, entre ellas la de Tlaxcala-San Martín Texmelucan. También en su época fueron electrificadas la mayoría de las cabeceras municipales del estado.
Las discrepancias entre Plutarco Elías Calles y el presidente Pascual Ortíz Rubio, en torno al sucesor de Vázquez, propiciaron tensiones que debilitaron al grupo de Mendoza, siendo desplazados por un antiguo arenista, Adolfo Bonilla, quien contendió con las siglas del Partido Reconstructor Antirreleccionista, derrotando al candidato mendocino, mismo que fue postulado por el Partido Socialista. Adolfo Bonilla de filiación callista perdió influencia durante el enfrentamiento entre el presidente Lázaro Cárdenas y el expresidente Plutarco Elías Calles. Al terminar su periodo, le sucedió Isidro Candia quien contaba con el apoyo de Manuel Santillán, Secretario de industria y Comercio en el gabinete del general Cárdenas.
Isidro Candia amplió la base campesina de su gobierno, gracias a las nuevas disposiciones del Código Agrario que permitían a los peones acasillados demandar la dotación de tierras. En su primer año de gestión, fueron afectadas 70 haciendas pulqueras del norte del estado, repartiéndose 38 000 hectáreas. Candia advirtió, igual que sus antecesores, que el déficit presupuestario se tornaba crítico, por lo que intentó atraer capitales para el fomento de la industria, mediante una Ley de Fomento Industrial que exentaba de impuestos municipales y estatales a las nuevas industrias que se establecieran en Tlaxcala. La Ley de 1937 por si sola, no fue capaz de atraer empresarios, en la medida en que estos esfuerzos no fueron acompañados de una política de promoción industrial.

Dado que Candia mantenía una vieja amistad con el gobernador de Puebla, Maximino Avila Camacho, apoyó la candidatura del general Manuel Avila Camacho. Al triunfo de éste, dejó el gobierno del estado para asumir la jefatura del Departamento de Asuntos Indígenas. El Congreso del estado eligió como gobernador interino al secretario general de gobierno, Joaquín Cisneros Molina. Al concluir su periodo se convocó a elecciones para gobernador, mismas que ganó Manuel Santillán.
Durante la gestión de Manuel Santillán se mejoró el catastro, se amplió la educación secundaria y preparatoria y se realizó un amplio programa de obras públicas en la ciudad de Tlaxcala, dándole una dimensión urbana propia de una capital del estado. Su intento de influir en la sucesión gubernamental provocó su caída, terminando su período el Lic. Mauro Angulo (1944-1945). A este gobernador le sucedió Rafael Avila Bretón para el periodo 1951-1957. Siguieron dos periodos administrativos que cubrieron Felipe Mazarraza y Joaquín Cisneros.
Cuando Anselmo Cervantes (1963-1969) asume la gubernatura de Tlaxcala, los viejos problemas hacen crisis. Estos se manifiestan en la invasión de tierras por campesinos que presionaban para llevar hasta sus últimas consecuencias la Reforma Agraria. En 1969 llega el general Ignacio Bonilla al gobierno del estado, quien muere al año siguiente, siendo substituido por Crisanto Cuéllar Abaroa. Tras un breve interinato, el Congreso designó gobernador substituto al Dr. Luciano Huerta. Durante su periodo la inestabilidad en el campo estuvo a punto de desbordarse.
Entre 1940 y 1980 la población de la entidad se duplicó, llegando a 547 200 personas. De ese total, más de las dos terceras partes vivían en el campo. Aproximadamente el 50% de la población era menor de 15 años, por lo que se acentuaba una fuerte presión sobre la tierra.
La Reforma Agraria había sustituido al régimen de la hacienda y había creado la base de subsistencia de las familias, las cuales fueron dotadas con parcelas ejidales cuya extensión alcanzaba un promedio de cuatro hectáreas. Los minifundistas contaban con una hectárea por familia. Algunas propiedades fueron denunciadas como latifundios simulados, por lo que a fines de 1972 fueron afectadas, destacando Santa María Zoapila, Sultepec, Piedras Negras, el Rosario y Mazioahuiz, beneficiando a 750 campesinos.
En estas condiciones asume la gubernatura de Tlaxcala el Lic. Emilio Sánchez Piedras, quien se propone llevar a la práctica una política de modernización de las bases de la economía tlaxcalteca. Con una amplia claridad, percibió que la solución al problema de las invasiones de tierras se encontraba fuera del sector agrícola, pues se requería como mínimo un millón de hectáreas para satisfacer la demanda de los campesinos sin tierras.
No había esa tierra disponible en Tlaxcala, incluso, si se hubiera puesto en práctica una política de adquisición de tierras privadas. Sánchez Piedras atemperó los conflictos agrarios, mediante una política de ampliación de la planta industrial, de tal manera que las fábricas se renovaran industrias de transformación y mejoraran los talleres familiares y artesanales de maquila.
Parque Industrial Xicohténcatl
Así, con un programa de largo plazo, Sánchez Piedras convenció a un importante número de industriales acerca de la conveniencia de invertir en Tlaxcala. Con esos propósitos funda en 1977 el Instituto para el Desarrollo Industrial y Turístico de Tlaxcala. Durante su gestión se instalaron 250 empresas en los parques industriales construidos en 8 municipios, los cuales generaron 33 200 empleos. Tlaxcala es, desde entonces, un ejemplo de la política de descentralización industrial.

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